domingo, 12 de noviembre de 2017

Ada Elena Ferraro

Ada Elena Ferraro

Nacida en CABA, en el barrio de Belgrano, mediados del siglo XX.
Sus estudios primarios y secundarios los realizó en establecimientos de ese barrio.
Como muchos, comenzó a desarrollar este atrevimiento de ser poeta cuando se encontró en el grupo de los "pasivos" y pensó en su soledad, que era el momento de estar activa.
(alguna vez hablaremos del término “sexalecencia”).
Lo demás, talleres y hambre de superarse, crecer en su interior… y muchos proyectos más. Su primer hijo, su primer libro: "Siembra de vida"
Ada es una verdadera amiga de las letras. Seguimos compartiendo juntos momentos y encuentros literarios.
               
Nunca visites Manhattan

Si piensas que Manhattan es una isla perteneciente al estado de Nueva York, cometes un grave error.  Ella es una manzana jugosa y perfumada, igual a la que la malvada madrastra regaló a Blanca Nieves; no la toques, no pruebes su gusto, porque es letal.
Si no pudiste ceder a la tentación de hincar tus dientes en ella y paladear un bocado, el resto de tu vida sentirás en tu boca su sabor.
No oses caminar por la 5ta. Avenida, pavoneando tu figura juvenil, de pronto lo encontrarás frente a tí, con sus árboles añosos teñidos de otoño, ocres, amarillos, rojos como el fuego. Sus senderos serpenteantes te atraparán y llegarás hasta el lago congelado y necesitarás volar sobre su superficie en locos arabescos.
Si lograste salir del parque encantado, evita transitar la calle Broadway en Diciembre, desde los altos cartelones del Radio City, "El Principito" te sonreirá hechicero y entonces no podrás escapar al encantamiento.
Ya lo sé, pensaste que embarcando en el ferry, sobre el muelle del Liberty Hall, estarías a salvo bajo el cobijo de su antorcha y caíste en la trampa más funesta, porque en su brazo alzado se encuentra la pócima fatal, no hay que beberla, sólo contemplarla, para no escapar jamás.
Si todos estos consejos no lograron evitar tu caída, lo lamento amiga/amigo, estás condenado igual que yo, a la añoranza infinita que te acompañará por el resto de tu vida.
Por eso, nunca visites Manhattan si no estás seguro de retornar.





                                               


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