miércoles, 8 de noviembre de 2017

Prólogo del blog



Prólogo a una pregunta

Más de una vez me he preguntado ¿por qué escribir?
Y dentro de este interrogante, ¿por qué escribir ficción?
Aún no he hallado la respuesta definitiva, porque no hay una sola respuesta.
Si sé que mi intención al redactar, es narrar, contar, relatar, en definitiva, transmitir lo que costó esfuerzo, energía y tal vez atrevimiento, y por sobre todas las cosas, la necesidad imperiosa de decir con palabras escritas aquello que hemos sentido, soñado, o imaginado.
Nos permite abrir las alas de la imaginación y llevarnos lejos. Volar por lugares y situaciones que jamás pensábamos encontrar.
Expresamos inquietudes, deseos, aspiraciones, fantasías, obsesiones y hasta parte de nuestros recuerdos.

Todo se amalgama, todo se ensambla, para dar a luz un conjunto de emociones, que nos hace sentir que realmente vale la pena.
¡Sí, escribir, vale la pena!
Vale la pena porque es un modo de vivir, es una relación que nos permite percibir y experimentar lo que nos rodea. Abre la puerta a un mundo impensado, desconocido, donde somos el nexo de unión, en este sorprendente viaje hacia la ficción. Escribir encierra conmociones, sutilezas, ironía y por sobre todas las cosas… pasión.
Muchas veces tratamos de explicar lo inexplicable.
Nunca tenemos certezas. El tiempo no es nada, no es medible. No nos desvivimos por el ayer. No pretendemos ser el mañana. Nos hacemos a nosotros mismos, sin límites, porque un segundo es la vida entera.
En un segundo se nace y en un segundo se muere.
Debemos crear, crear y crear para que la magia no se detenga nunca, porque además, disfrutamos la necesidad que nos brinda la escritura: comunicación.

Estas páginas se abren en infinitas disyuntivas. Adentrarse en estas narraciones abre un universo ilimitado de posibilidades. Aparecen variados caminos, selvas lujuriosas y desiertos quemantes, librados a la imaginación. Cada lector deberá leerlas y re-leerlas, para darles su propia interpretación.
Esa es la magia de la escritura, mutarse, transformarse de acuerdo a quien la lee.

La narrativa vocifera, revela, manifiesta, acusa, hace reír, pensar y recapacitar.
Esta tarea requiere esfuerzo, dedicación e intelecto y una habilidad especial: una destreza fantástica donde entran en juego la técnica, la perseverancia y el talento. En las escasas páginas de un cuento breve, buscamos un arduo equilibrio entre armonía y proporción, entre rapidez para narrar y capacidad para mostrar ese mundo. No es poca cosa.
No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, ni por la forma de escribir, sino por los sentimientos que producimos en el lector cuando nos lee: un recuerdo, una interpretación, una visión. Tal vez, hasta se haga partícipe necesario de nuestra narrativa; porque cuando cerramos un libro jamás somos los mismos.

La magia de la escritura es abrir las puertas a un mundo impensado, que tal vez nos haga sentir mejor y tal vez, ser mejores.
Creo en lo más profundo de mi mismo que la escritura es libertad, eso es todo.







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